El Club San Juan y Deportivo Municipal se disputaban la final departamental de Chepén, pero ninguno de los dos pudo adelantarse en los goles y el partido terminó en empate. El encuentro sí o sí debía tener un ganador, por lo que el árbitro no tuvo mejor idea que definir al vencedor a la suerte, (lanzando una moneda).
Si salía ‘cara’ Municipal campeonaba, hecho contrario si salía sello. Entonces la máxima autoridad dentro del campo, pidió prestado una moneda de un sol y la tiró al aire cayendo cara. Ante ello, los jugadores y dirigentes del equipo corrieron de la algarabía por salir campeones pese a que el título se lo habían ganado al azar
